Vistas de página en total

GRACIAS POR TU VISITA

viernes, 3 de diciembre de 2010

SIMONIA EN LAS IGLESIAS

Muchos católicos quisieran ver a sus sacerdotes
luchando contra el narcotráfico y el lavado de dinero
con la mitad de enjundia e intransigencia que han
mostrado en temas de sexualidad y reproduccion
Finalmente aunque de manera tímida e indirecta en muchos casos, el episcopado católico mexicano está administrado lo que ya se sabía desde hace bastante tiempo: que algunos sacerdotes han recibido dinero de los traficantes de drogas, es decir, del crimen organizado. Les llevo años hacerlo, como si les costara trabajo entender que el dinero proviene de diversos cárteles de la droga viene manchado de sangre. Como si no hubieran comprendido hasta ahora que ese dinero viene manchado de sangre. Como si no hubieran comprendido hasta ahora que ese dinero se había generado con la vida de muchos niños y jóvenes sumergidos en la violencia, las drogas y el crimen. Esa vida que, en abstracto, tanto defiende la institución, pero que no alcanza a ver en situaciones concretas de nuestra sociedad. Da la impresión que el episcopado católico solo le importa “la vida” cuando se trata de un embrión al que todavía los científicos no le entregan estatus de persona, pero que se despreocupa de la vida de los niños de carne y hueso que están en nuestra sociedad, esos que no tienen para comer, que son golpeados, por sus padres o que son víctimas de abuso sexual por algunos sacerdotes.
La aceptación y recirculación de dinero sabiendo de su origen ilícito se llama Lavado de Dinero que eso se haga a cambio de lavar culpas o pecados, en la iglesia cristiana se llama simonía. En efecto la simonía significa la compra o venta de bienes espirituales por medio de dinero o bienes materiales. Se designa así a la compra de cargos eclesiásticos, sacramentos,, reliquias, la gracia divina y cualquier forma de salvación. Cito a Wikipedia:”La palabra simonía deriva de un personaje de los hechos de los Apóstoles llamado Simón el Mago, quien quiso comprarle al Apóstol Simón Pedro (Hechos 8:9-21) su poder para hacer milagros y conferir, como ellos, el poder del Espíritu Santo, lo que le supuso la reprobación del apóstol: “¡Que tu dinero desaparezca contigo, dado que has creído que el Don de Dios se adquiere a precio de oro!”. Lo mas trágico de todo es que la historia del cristianismo está plagada de pasajes por los cuales la iglesia a ejercido y por lo mismo a tenido que combatir esta práctica. Muchos papas, a lo largo de siglos, cayeron en esta y muchos otros la combatieron, no siempre con éxito. Y su ejercicio, por lo visto milenario, si tomamos como punto de partida los hechos de los apóstoles, quiere decir que la tentación de comprar la salvación, o de venderla, no ha desaparecido.

La aceptación del dinero proveniente del narcotráfico por la iglesia no es entonces cualquier cosa. No se trata de algún sacerdote u obispo que no vio nada de malo en ello. Estamos en presencia de una práctica que supone que los dones divinos pueden ser comerciados, que la salvación es un bien alcanzable mediante el dinero y que los pecados, como el dinero, se pueden lavar materialmente. Para mí, lo extraño es que la practica exista, pues por lo visto a sido un mal endémico dentro de la iglesia cristiana, si no que en la actualidad nadie o casi nadie la cuestione, o que se hayan tardado tanto tiempo en denunciarla y no esté claro si estamos frente a llamados esporádicos en la ausencia de un plan para poner en práctica medidas concretas para combatir dicho mal. Hay aquí un problema eclesial al mismo tiempo que cultural. ¿Por qué a los sacerdotes, pero también a la sociedad en general, durante mucho tiempo les ha parecido normal que los narcotraficantes y otros miembros del crimen organizado financien a las iglesias?¿Porque se entiende que los criminales también son creyentes y quieren salvarse? ¿Por qué cree o se cree que la iglesia no puede rechazar a nadie? ¿O porque estamos demasiado acostumbrados a pensar que el camino a la salvación se puede pavimentar con dinero?. Después de todo, durante la época colonial la idea del purgatorio alimento las arcas de la iglesia, mediante obras pías y capellanasen las que el dinero servía para que se rezara por la salvación de las almas. ¿No se siguen encargando misas para los difuntos, como si lo hecho o no hecho en vida fuera lo decisivo para alcanzar la vida eterna?.

Por lo demás, la apertura y benevolencia hacia los narcotraficantes también nos remite al problema del énfasis puesto por la jerarquía eclesiástica en la lucha contra lo que considera crímenes y pecados abominables. Es muy curioso que el episcopado no haya tomado carta en el asunto del combate al narcotráfico y en cierto sentido no lo haya hecho hasta ahora, como si el tema no fuera suyo y le correspondiera al gobierno y a la sociedad. Pero, eso sí, mientras reciba dinero manchado con la sangre de niños y jóvenes, se escandaliza por los matrimonios gay y la anticoncepción de emergencia y sigue prohibiéndole comulgar a los cristianos que se han atrevido divorciarse. Muchos católicos quisieran ver a sus sacerdotes y obispos luchando contra el narcotráfico y el lavado de dinero con la mitad de la enjundia e intransigencia que han mostrado en temas de sexualidad y reproducción. Muchos quisieran que la iglesia mostrara a los marginados, a las minorías, a las prostitutas, a los homosexuales, la misma benevolencia que tiene con el crimen organizado y su dinero. No se ve, sin embargo. Se ve, por el contrario mucha simonía y pocas ganas de combatirlo dentro de las iglesias.



1 comentario: