Javier Valdez habló de la soledad del periodista mexicano. No era la
soledad natural del oficio, el refugio firme de quien debe mantenerse
distante de los poderes. Hablaba de una soledad "macabra". Era un
abandono o, más bien, un desamparo. No tiene eco en la sociedad lo que
escribimos, arriesgando la vida. Queda en la página de un diario local,
en el reportaje que leen un manojo de personas, en la imagen que se
pierde en la tediosa pornografía de la sangre diaria. El desinterés, el
hartazgo, la ansiedad social se han vuelto cómplices de la violencia. A
cambiar de tema y a cerrar los ojos. Nuestro arrojo, por ello, cae en el
vacío, volviéndonos aún más vulnerables. Valdez sabía que la
indiferencia abarata la cacería. http://refor.ma/Th-cbDzV
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