La Diputada Laura
Beristain Navarrete señaló que la felicidad de un pueblo depende del buen
gobierno, y el buen gobierno de un conjunto de conocimientos en diversas
materias, que permitan gobernar con prudencia y por el bien común de los
gobernados. Un político y ciudadano sensato se toma muy en serio la felicidad
de sus conciudadanos, porque al final la felicidad es para muchos, el principal
objetivo de la vida.
¿Cómo puedes ser feliz
cuando tu salario no alcanza para cubrir tus necesidades básicas? ¿Qué grado de
felicidad puedes tener si no tienes acceso a la salud y a la educación
gratuita, a pesar de pagar impuestos? ¿Cómo puedes sentir bienestar cuando
vives en una ciudad insegura, con calles plagadas de basura, con un deficiente
servicio de transporte, trabajando horas extras, por un ingreso que no cubre
tus expectativas, sin prestaciones, ni seguridad social, sin poder convivir con
tu familia, y sin contar con espacios adecuados para el esparcimiento?
Ya en la Antigua
Grecia, el filósofo Aristóteles concebía que la felicidad sólo se alcanza en la
polis, es decir, en la comunidad, "entre los ciudadanos", cuando
estos se encuentran en un plano de igualdad, y los dirige un fin común, y sólo
un buen gobernante puede dirigir a la comunidad a un mismo objetivo real: el
bienestar general.
Desde hace algunos
años la ONU ha evaluado y plasmado en un ranking el nivel de felicidad de los
países donde combina dos indicadores objetivos (PIB per cápita y esperanza de
vida), con cuatro subjetivos, estimados a partir de una encuesta global: el
apoyo social recibido cuando algo sale mal, la libertad para poder elegir sobre
la propia vida, y las percepciones de corrupción y generosidad que hay en la
sociedad. Actualmente, el ranking lo lidera Noruega, y los países de América
mejor posicionados son Canadá (7mo) y Costa Rica (12vo).
Pero, ¿Qué ha hecho el
país escandinavo para que sus habitantes sean los más felices del mundo?
Noruega es un país igualitario, con una equidad de género representada en
excelentes salarios y desarrollo social. Eso incrementa el sentimiento de ser
parte del mismo barco y de trabajar para propósitos colectivos. Los servicios
públicos son de excelente calidad, lo que facilita que las personas estén
dispuestas a pagar impuestos y a contribuir. La gente no tiene que pagar para
ser atendida en un hospital o para estudiar en la universidad, sino que estos
servicios se ven cubiertos por la buena administración de los impuestos. Además
de contar con un sólido sistema tributario redistributivo, en el que las
contribuciones dependen del nivel de ingreso, pero benefician a todos por
igual.
Cuando el gobierno
Municipal, Estatal y Federal, entienda que la aplicación de los impuestos y de
los recursos públicos deben ir directamente a cubrir las necesidades de la población,
con servicios públicos administrados por el propio gobierno de manera
eficiente, y no simulada, que permitan una mejor y verdadera calidad de vida,
entonces los ciudadanos alcanzarán la felicidad, porque no estarán preocupados
por conseguir lo básico, y dedicarán su tiempo a trabajar, a gozar disfrutando
su vida y la de su familia, con el entorno natural y a contribuir
permanentemente con la comunidad a la que pertenecen y les reditúa en la
atención a sus necesidades elementales.
Los Gobiernos deben
tener claro que el dinero de la comunidad lo ponemos todos a través del pago de
impuestos y contribuciones, y que sólo son los administradores de los recursos
para que éste se distribuya en los servicios elementales, y así lograr la
reintegración y regeneración social por un mejor lugar para vivir, porque ya es
tiempo de una vida mejor.
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